El rebujo de Chupito!

julio 8, 2013

Pintura

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 16:37

Sábado por la mañana, mi novia me levanta temprano… Dice que tengo que pintar el piso. Después de mucho pensármelo y de buscar por todos los medios la forma de escaparme de esas tareas, me resigno. Me dice que lo tiene todo preparado: me ha puesto plásticos, la escalera, y con una vieja sabana ha hecho trapos… Esa sábana… Llevaba guardada meses, quizás desde que ella se vino a vivir conmigo… Pero ha pasado por esas sábanas… y no es la única. Es curioso como aquella sábana me trajo miles de recuerdos, casi todos buenos, algunos embarazosos, y otros, los menos, de noches en vela.

Cogí aquel trapo con añoranza, acordándome de la anterior relación, de aquella que se fue. Y no puedo negar mi mueca. Quizás por su culpa haya pasado noches en vela pensando y mal pensando, pero otras noches, también eternas, fueron para el recuerdo. Es más, el recuerdo que guardo de las buenas es mucho más nítido que el que tengo de las malas… ¿Será que es nuestra propia conciencia la que discrimina buscando siempre el lado positivo? ¿O será la mía sola? No lo sé.

Ella se fue, sí. Como tantos. Con la brocha en la mano mientras me peleaba con aquella grieta que no dejaba penetrar la pintura me puse a recordar a todos los que habían pasado por mi vida. A esos que estuvieron pero ya no están. Y me alegre de haberles conocido. Pueden haberte hecho rabiar tanto como para ya no compartir momentos en tu día a día, pero mientras estuvieron te dieron su tiempo; que no es poco. Focalizar recuerdos en el último es ser ya no incongruente, sino estúpido, ruin, simple… Huyendo de dicha simpleza escribí en la pared el nombre de tantos… quizás sabiendo que dicho rótulo pasaría a ser cubierto con celeridad, pero sintiéndome justo por un momento. Es como el reconocimiento a los que estuvieron, porque aunque los caminos anden separados en algún momento las paralelas se unieron… Aun siendo imposible mezclar paralelas con tangentes.

Tras todo el derroche de pintura me guarde un trozo de trapo en el bolsillo del vaquero. No sé porque, sería a modo de recuerdo… Los vaqueros al rato fueron directos a la colada, colada de la que se encargaría mi novia… Siempre tan previsora revisó los bolsillos, encontrando el trapo:

  • ¿Y este trapo?
  • Lo guarde, es la sábana que estaba puesta la primera vez que viniste a casa…

Un beso y una sonrisa fue la respuesta a mi mentira. Piadosa. No me lo tomo como una infidelidad mental, ni como una confusión en los sentimientos… Nada de eso. Es simplemente un guiño interior. El punto que marca el aparte, el antes y después. Si lo único que me queda de ti es un trapo viejo mejor conservarlo, pues después de tanto, lo último que quiero es tener la evidencia de que nunca exististe. Algo queda al menos.

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