El rebujo de Chupito!

agosto 30, 2010

El mar.

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 14:06

El mar. Hay pocas cosas que me fascinan tanto como el mar… Quizás sea porque en Sevilla no lo vemos ni con catalejos o no sé… Pero quiero perderme en el mar. Ser mecido por sus estrías y ser resguardado por su brillo. Camuflarme en su azul y soñar con la fuerza de su viento. Andar a su ritmo, ir a su bola; a su corriente… y sentir que soy un peso muerto al que me arrastra como si no importara. Soy nada. Soy minúsculo por más solo que esté en estas aguas. Mi importancia es tanta como el esfuerzo que invierte esta corriente en moverme: insignificante. La presión se desvanece. El silencio me acompaña hasta llegar a la orilla, esa superficie sólida que te seca los sueños, que me quita la paz, que me devuelve a la vida… a la cruda realidad…

agosto 25, 2010

Sueños

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 16:00

Hubo un día que me hablaron de un sueño. El susodicho lo contaba con tal planificación que parecía iba a realizarlo mañana mismo. Era increíble. Su minuciosidad y engranaje casi suizo te involucraba tanto que hasta te replanteabas unirte al plan.

Sueños… alimentarse de ellos… no deja de ser triste, vivir abnegado con un futuro que sabes improbable pero que te haría plenamente feliz. Probablemente sea mi inconformismo, el que me lleve también a soñar. Ojo, no hablo de avaricia; hablo de crecer, de abrir miras, de no estancarse. Estar bien, ser feliz con lo que uno tiene; sin embargo no está de más poder aumentar tu bienestar.

Hoy, mientras jugaba con el viento recordaba mis sueños, mis planes; que no son pocos. Y me acordaba de aquella frase; quizás pija, pero que decía algo así como: no sueñes tu vida, vive tu sueño. Luchar por ellos, y hacer que tu vida coja el rumbo que quieres marcar; por más que tengas que pelear y sudar. Conseguir llegar a la meta, etapa a etapa, pero subir al pódium de tu vida y poder mirar atrás, y sentirte orgulloso de lo logrado, con tu esfuerzo, para valorarlo.

Yo, que debo estar en mi primera o, como mucho, segunda etapa; ya tengo en el punto de mira la tercera. Y en el horizonte tengo la meta final. No voy a correr una contrarreloj pero las coordenadas las tengo clara. El tiempo dirá si fracaso o no; eso sí, sin intentarlo no me voy a quedar.

agosto 22, 2010

Despistao

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 12:11

Me fui, renuncié a mi agujero, me fui porque estaba prisionero, me fui pero puse un letrero “me voy porque quiero”, me fui para quererte menos, me fui para sentirme solo, me fui porque no estaba entero en aquel hormiguero… Aunque cueste creerlo, al final me cansé de quererte, de la bronca del domingo, de vivir a la sombra siempre de ese que pude haber sido. Me cansé de pedirte perdón tantas veces y por los mismos motivos. Pero, sin embargo, cada dos minutos cambio de opinión. Al final, he cambiado aquel punto y seguido por punto y aparte. Y así estoy que cada dos minutos trato de olvidar todos los momentos que pasamos… Recuerdo cuando una vez le prometió: tú siempre serás mi estrella… y la estrella se apagó. Piensa lo que quieras pero ahora… el que llora soy yo… Al final siempre es el mismo cuento, al final siempre el final… Así que me bajo a buscar un bar, donde beberme tu ausencia y mi soledad. Yo sé que resucitare cuando tenga un rato.

Con el tiempo quería decirte como te he dicho otras veces que pase lo que pase estoy aquí. Las gracias, los besos tan largos, los tragos amargos, lo que hemos vivido… Gracias por esas cosas que no se pueden contarYa no seré lo que fui para ti una vez, pero puedes contar conmigo.

Durante tiempo me emborraché a base de añejo, me acostumbre a tenerte lejos… Desperté borracho y tirado en la cama y fui solo un trozo de nada entre besos y ganas de ti. Es que tengo el corazón lleno de espuma de lavarlo con agua y jabón arañado de frotar con cepillos de alambre para ver si se borra tu voz. Notas, de rock and roll como patada en las pelotas que vuelve a hacer de la suyas. Brota la lagrimita que precede a la derrota pero se me pone dura. No se me desgasta el hambre que alimenta mi locura. Sentimientos en formol, poco de cerveza y ron, ¿no tenías otro día para molestarme?

Resucito con un par de cojones sin tener que dar explicaciones a nadie. Vuelvo. Intento abrir sus pantalones pero no sé donde he puesto la llave. Cambio la filosofía: morir todas las noches aunque sepa que no lo recordaré. Así que esta no quiere “te quieros”, esta noche se llama mañana por la mañana… esta noche no sé lo que quiero, esta noche no tiene vergüenza.

Termino dejándome la vergüenza olvidada en el fondo del vaso en el último bar. Le conté historias, lo de siempre: si tú supieras, cada vez que se acaba la primavera, se me alteran, la sangre y las pocas neuronas que me quedan, se me encienden los olores, se me apaga la conciencia y me da igual ocho que ochenta que un millón. Te lo propongo, nadie me espera, podemos ir hasta tu casa en mi patera como quieras. Y vuelve a pasar, y hasta lo suplico: Deja que me quede un rato más aquí. Quiero que me apuntes en tu agenda. Dame el tiempo que no te haga falta y prometo invertirlo en caricias en tu espalda. Ahora dos cosas me quedan clara: si al despertar no he soñado contigo me reinvento y sigo; también que es importante perder la razón… imprescindible que sea en tu cuarto.

…Ha pasado tanto tiempo desde el último verano que ya casi no recuerdo que te había olvidado…

El otro día me dio por escuchar un grupo, Despistaos, del pop-rock español; más pop, que rock. Junté sus letras, cogí frases las combiné y cree una historia totalmente diferente a lo que cada canción quería decir.

Las historias, cada uno las cuentas como quiere. Omiten momentos, agravan lo simple, le cambian el por y para que… En definitiva, cuentan lo que le conviene para parecer más victima… más todavía… Sin darse cuenta que contar medias verdades también es mentir.

agosto 16, 2010

¿Tormenta?

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 00:51

Estoy acostado en la misma cama de hace unos meses, con la misma carencia de sueño. Dando vuelvas a un circuito de corto recorrido y un incesante sofoco fruto de esta maldita ola de calor que ni allí donde está el mar nos abandona.

En la autoescuela me enseñaron a mirar el retrovisor cada vez que quería maniobrar… “por si acaso”, decía aquel agobiante y desesperante doble de torrente… un horror, si… Será por eso por lo que de vez en cuando miro hacia atrás. Y me acuerdo de esta cama. Y de aquella tormenta… ¡qué mierda de noche!…

Hoy, dando vueltas en esta cama me he quedado ojiplático –como diría aquel- sin esconderme esbozo de una leve sonrisa. ¿Por qué no? La mar de hace unos meses hoy es llana, si bien hay quien aviva tormentas mar adentro conozco perfectamente donde no tengo que bañarme para no tener que lidiar batallas estériles. Más que joda, si la mar está revuelta, tenso las amarras y me quedo en la orilla riéndome de aquel valiente que se quiso hacer el héroe.

¿Adrenalina? ¿Soltar lo que llevo dentro? Más bien los pies en la tierra; hay mil formas de ser feliz no solo aquella que me contaron un día… creía que tenía que explotar de alguna manera, soltar mi ira, desperdigar trozos de habladurías por mares secos; ya lo dije, ahora me gusta navegar por aquellas aguas que dan ese pizco de gracia a este velero de escasos lujos, pero de mucha vida.

Tengo puesto en el reproductor de música una canción que dice algo así como: “Do it on your own, it makes no difference to me, what you leave behind, what you choose to be, and whatever they say”… Siempre encuentro la escusa en canciones; al menos se que en algún lado habrá otro bicho raro que piensa más o menos como yo. Hoy en esta cama tengo la satisfacción personal de haber cumplido mi palabra, de haber sido consecuente, de haber actuado tomando decisiones difíciles, pero oportunas y necesarias. Hoy en esta puta cama de insomnio recuerdo aquella entrada del mes de enero donde me ponía a divagar sobre la continuación que le sigue al final, y ¿saben qué? Llevaba razón. Me acuerdo de aquella anterior de andadas no frecuente, y ¿saben qué? Encontré mi camino. Hoy, con este asfixiante calor, me repito a mi mismo aquella frase, también del mes de diciembre, en la que me invitaba a mi mismo a buscar el camino que te aporte felicidad para luego en enero darme cuenta que no merece la pena quedarse, simplemente, con lo vivido, sino pensar, soñar, e incluso disfrutar, con lo mucho que queda por vivir. Quedan muchos chupitos por tomar en esa botella.

No hay tristeza, ni escondite, ni un sentir perverso… no hay tempestad, y si la hay, repito, me es ajena totalmente… no hay ráfagas de insultos, ni hay ceguera… no hay mentiras, ni reproches… solo me quedan unas tranquilas aguas donde moverme a mi aire, una plena satisfacción diaria pudiendo presumir de, al menos, haber sido yo… me queda lo mío, escaso quizás, pero enorme…

Dicen que el levante trae el calor a las tierras sevillanas, pues, “hijo mio, no veas la frescura que me ha entrao por el cuerpo, mi arma”.

agosto 10, 2010

88 años

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 13:49

88 años, un nombre castizo como el de la tierra que le vio nacer, una vida que se apaga… Le dijeron que la sangre que expulsaba al orinar no era motivo de preocupación ninguna… se equivocaban. No obstante, tampoco hoy importa demasiado, para qué buscar responsabilidades cuando es la propia vida la que cierra alternativas.

Era un afortunado. Tuvo mucha suerte en la vida, sí. Consiguió un buen trabajo, pudo educar a sus hijos en las mejores universidades del país, recorrió el mundo dejando muy pocos países sin conocer, las amistades le adoraban y casi idolatraban, sus caprichos eran constantes… Digamos que en este último tramo de su vida podía presumir de la felicidad con la que llenaba su día a día. No obstante los principios no fueron para nada sencillos; la vida, en general era dura hace 90 años, y más en este país. Creció en plena guerra… La guerra civil dejaba familias en la miseria, otras totalmente desestructuradas… La muerte y el hambre son las huellas más visibles de las balas del cañón… Encima las cosas no mejoraron mucho una vez finalizada la contienda y tuvo que vivir en una nefasta dictadura… Sin apenas saber leer empezó a echarse a su familia a la espalda con 12 años… Me repito si digo que la vida era dura en los 40; un entorno hostil donde sólo los más fuertes y luchadores conseguirían sobrevivir… Las arrugas de las manos eran también prueba inequívoca de que lo ganado fue trabajado.

Hoy se encontraba tumbado. De su cuerpo salían cables y entraban tubos. Su torso quedaba semidescubierto… Se apreciaba ese parche que escondía el último intento por alargarle el camino. La blancura de las paredes contrastaba con el negro fúnebre que se palpaba en el ambiente… Las lágrimas empapaban esas sábanas azulinas otorgándole un azul más intenso, calando y mojando ese cuerpo ya inerte.

Qué frialdad la del Hospital… En aquel lugar pugnan eternas batallas entre el sufrimiento y la esperanza, el dolor y la curación, la vida y la muerte… Ese lugar del que sales con una vida nueva o en un cajón de madera… Suena duro quizás, pero esa es la crudeza de ese indeseable edificio. Rostros que nacen, y rostros que se apagan… Este rostro yacía pálidamente en la cama derecha de la habitación, sus constantes se habían apagado, los familiares lloraban desconsoladamente en los pasillos, los enfermeros desconectaban tubos con esa frialdad, tal vez, envidiable…

Ya dije, el rostro tenía un color blanquecino, arrugado, vencido… Las manos, ya inmóviles, quedaban a su libre albedrio: una apoyada a un lado de la cama y la otra caía, dejando una imagen más evidente si cabe. Los ojos quedaban cerrado para ese descanso, que dicen, será eterno.

Hace apenas 10 minutos esos  ojos estaban abierto, quizás no con la fuerza de antaño… eran unos ojos caídos, síntoma de la inercia que ese cuerpo poseía: “los años no me han perdonado”, le dijo a su nieto, al mayor… En esos últimos instantes de vida se quedó pensando. Oía perfectamente como le hablaban, como reclamaban su atención, pero una fuerza inexplicable le hacía evadirse.

Puede que todos hagamos un balance. Llegamos a ese último momento en el que ya lo hemos dado todo, o en el que si algo nos falta sabemos no tiene solución… Y es entonces cuando la mente se flashea. Es paz. Así se encontraba, en su último respiro, su última bocanada, su cuerpo apagaba segundo a segundo los interruptores de su vida. Y él sonreía. No sentía dolor, sino una progresiva atenuación de los sentidos… Las fuerzas disminuían, y no se lo borraba esa jodida sonrisa.

“¡Papá!”, le gritaban sin obtener respuesta, se iba… Recordaba las veces que había errado; la vida también es error, aprender con ellos… Recordaba todo lo que le quedó por hacer, las veces que su conformismo le llevó a no querer arriesgar, esas en las que falló por su cobardía. ¡Ya está! Tampoco es momento de atormentarse…

Luego recordó a su mujer. Recuerdo cuando hablaba de ella, de esa señora que no solo la había acompañado sino que además le había regalado, decía él, la mayor de sus fortunas, su empeño, su para qué: Le había dado a su familia, a sus hijos que decían eran su fuerza. Y sus nietos, su capricho, su excepción.

Le pasaban a modo de instantáneas miles de recuerdo, de momentos, de lugares. Fueron tantos, que seguramente enumerarlos ahora se me haga imposible. A modo de ejemplo recordaba aquel viaje en el que se había hospedado en el mejor hotel de París, donde había comido con el mejor vino que esa tierra creó… y sin embargo, recordaba aquel gesto cariñoso de su mujer, cuando sentada en aquel banco apoyó su cabeza en su hombro… no hacían falta más gestos ni palabras para darse cuenta de que en ese momento se encontraba con quien quería importándole un comino el hotel y la comida. Recordó en su juventud aquella cerveza que se tomaba todos los días a modo de capricho con los que entonces eran sus amigos, esa conversación efímera, esas risas eternas… No se olvidó tampoco de aquel día en el que en aquel campo enseñaba a su nieto a montar en bicicleta por aquella cuesta… entonces las piernas respondían todavía… Recordando momentos pasó sus últimos 5 minutos, seguramente los 5 minutos más felices de su vida.

Horas después de aquel terrible fallecimiento su nieto, el mayor; recordaba a su abuelo en el banco del parque donde solía ir con él cuando era más joven, aquel de las palomas… “Los años no me han perdonado”, dicha frase le taladraba la memoria segundo a segundo. En su juventud la dureza (o realismo) de esas palabras acompañadas con el gesto languideciente de aquel que en su día fue un joven apuesto le hacía replantearse el para qué. El para qué de todo, qué hacer día a día… Y es más ¿para qué hacerlo si al final todo se va a acabar? ¿Para qué coño le servía a su abuelo aquella finca que tanto trabajo, dinero y esfuerzo le había costado conseguir si ahora yacía bajo una fosa? ¿Para qué luchar sin descanso por una posición social, para morir con más medallas?

Le quedó claro en aquel preciso instante, que lo que era seguro es que todo iba a desaparecer. Que a su joven rostro también le saldrán arrugas… Le quedó claro, que en su vida sólo merece la pena luchar por la felicidad, por tu felicidad… Qué da igual morir con honores de estado que con la compañía de tres gatos siempre y cuando hallas conseguido ser feliz. Al final, ninguna persona es imprescindible y ese que muere rodeado de lágrimas quizás en el fondo se sienta en la más mísera soledad. Le quedó claro igualmente, que la vida con toda la fugacidad de la que se impregna la quiere vivir a su manera, con la valentía a la hora de buscar su sonrisa. Dar lo que quiera de corazón sin guiños a la galería… Dar lo que le haga feliz.

En aquel parque de las palomas, sentado en aquel banco, con la mirada perdida hacia aquel anciano, se juró así mismo que los últimos 5 minutos de su vida también se los pasaría sonriendo. Porque al final, esos últimos minutos, ese recuerdo, esa vida, es lo único que te llevas contigo.

agosto 5, 2010

Ese pueblo

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 17:15

Parece mentira. Camino al borde de una interminable carretera soportando un sol asfixiante frotándome los ojos. Los del pueblo me miran con ojos de no haber visto alguien con mi vestimenta en años, vamos, como si fuera un bicho raro. Sin embargo, prácticamente no lo noto. Voy a lo mío. Haciendo memoria para no olvidar. Me quito algunas emocionantes lágrimas y despejo mi vista cegada por la incredulidad. Eres grande.

Después de tanto, o de tan poco (según como se mire), he podido mirarte los ojos y ver en ellos la inocencia de antaño compartiendo espacio con la picaresca del presente. Increíble.

En parte apenado por tu nueva partida y en parte feliz por sentir hoy más que nunca que eres ese tipo de persona que necesito inexorablemente a mi lado. Si no estás tú tal y cómo tienes que estar esto no es lo mismo; esto no es tan genial.

Dos besos castos como el convento que en esa ciudad lleva mi nombre. Un hasta pronto que los dos sabemos será incumplido. Y, sin embargo, me faltó un abrazo. Un sentido abrazo y un no cambies nunca porque, amiga, como tú, alocada por naturaleza, pocas o ninguna.

agosto 3, 2010

Cuando la gente…

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 02:24

Te siguen, te dicen que cuenta lo que sus ojos imaginan. Cuando plantan en tu vida un jardín de mentiras. Gilipoyeces. Cuando vienen a decirme que porqué hago lo que no hago. Cuando me preocupan y el mundo no está preocupado. Estupideces. Lo comentarios, hace tiempo que me puse un chaleco que resiste a los balazos más inesperados. Una manta de agua que hace que me resbale tan pegajoso peloteo. Hipócritas.

Y ahora no sé qué hago perdiendo el tiempo delante del folio en blanco. Cuando en realidad, aquel día que me dijeron que eras gilipollas, simplemente tuve que decir que si y punto. Otra defensa baldía, otro movimiento que deja la puerta abierta a la mentira, al decir por decir, al hablar por hablar, al soñar despierto. Tu pantomima es un sueño. Despierta, “mi arma”.

Ya no duele, supongo que tampoco siento. Sorprende al menos, eso siempre. Alguien menos con quien tomar una cerveza, tampoco he perdido tanto… Me cierro a los comentarios para ver hasta donde tu imaginación puede crear; espero que sea más larga que esos rabillos, ¡tú los conoces bien!… sí, esos con el que las canis se adornaban los ojos… que tu imaginación sea eterna si quieres, que yo me quedo aquí sentado, mirándote, escuchándote…. riéndome a carcajada limpia de tu ignorancia.

La gente, siempre la gente… ¡qué poca buena gente!… Cuando la gente vuelve y siguen, y la persiguen, y te enfurecen, y te buscan, y mellan tu paciencia… y corren como cobardes, y usan la espalda escondiendo la mirada sin poder reconocer la verdad… Cuando la gente da por culo, con sorpresas diarias en negativo, en realidad, no te dejan ser feliz, o al menos no todo lo que serías sin tanta mierda… Gente, cierren el circo, dimito de payaso.

PD: a la memoria de toda esa gente, descansen en paz.

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