Hablan del tren con bohemia. Recuerdan aquella frase de aquel maquinista propio de unos mil ochocientos algo ya pretérito. Aun cuando el vapor se transformó en electricidad sigue inspirando ese maldito trenecito.
Sí, ¡viajeros al tren! A ver pasar kilómetros de tierras, de personas, de vidas… a verlos pasar. Viajeros que salen y entran, que ríen y lloran, que saludan y despiden… sensaciones encontradas en andenes perdidos…
Precisamente así se encontraba en su último viaje. Sentado en el vagón segundo, en el asiento 39D; frente a la ventana. Mirando a la nada, sin escuchar ni oír. Atontado. Con la mente lejos del paisaje… El reflejo del cristal mostraba como una lágrima recorría su rostro… lentamente…
Y pensaba…: “te vas sin querer… o queriendo. Pasas a un segundo plano; pero sin querer que desaparezcas del todo. Pasas de la A a la B, o a la C… o no se… pero ya no eres todo, ni por el contrario eres nada… Eres tú… Parte de mí, y de mi historia. Parte de algo mejorable, parte de mi cambio y de mis esperanzas. Parte de mis desvelos, de mis letras a bolígrafo en una noche con cafeína.
Eres un recuerdo. Nada ha muerto, porque eres mi recuerdo vivo. Admito mi frustración. Y pasas, de largo…
Al final es como todos aquellos viajeros que pasan por tu lado: algunos golpean tu hombro, otros te ayudan con el pesado equipaje… hay quién resulta ser un grato encuentro. Y hay quien parte a otra estación de busca de… y yo que sé”.
*Leyendo esto podría sonar: Dear God (Avenged Sevenfold)
El rebujo de Chupito! 