El rebujo de Chupito!

septiembre 29, 2010

¿Quién dijo miedo?

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 00:59

Sentimientos encontrados a base de casuística improbable que juega conmigo. Fibrilandome sentidos apagados. Despertando vete tú a saber que sonrisas escondidas. Volviendo a caminos erráticos de senderos torcidos y elegidos a base de pálpitos… sin racionamiento ninguno.

Miedo. Que vuelve acosando como las sombras de la esquina. Que hace que no quiera mirar al posible mañana. Que niegue la verdad. Que niegue el hoy. Qué no, no hay más ciego que el que no quiere ver, que el que no quiere sentir.

¿Miedo a los sentimientos? Normalmente después de alguna experiencia tenemos miedo a sentir. A volver a caer en errores pasado, a no cumplir promesas propias pretéritas. Repito, miedo a sentir. Queda vacío, no tiene sentido. El miedo, también es sentimiento. Si el temor te lleva a cegarte, a negar la mayor, a obviar un futuro…a abrir de nuevo puertas… entonces es que sigues acorralado y no tienes la valentía suficiente como para afrontar que al querer no hay que tenerle más miedo que al propio miedo.

septiembre 27, 2010

Todavía me acuerdo…

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 12:00

Todavía me acuerdo de aquel tipo. Me acuerdo de su aspecto abatido, compungido a base ostias mal dadas pero con esa fachada de triunfador. Siempre muy elegante y aseado. Terriblemente engominado y con los años a cuesta. Mediría 1’75 más o menos, tenía unas hechuras hechas a  base de buen comer y buen beber. No se podía quejar, demasiado bien se conservaba para la vida que había llevado. Su vida, vista desde fuera no dejaba de ser frustrante: en lo laboral se había estancado y en lo personal no había sido un triunfador tampoco. Un matrimonio roto sin haber llegado a la década de unión a causa de las continuas infidelidades de la que todavía era su mujer, una vuelta a casa de los padres cuando rozaba la cuarentena, y escarceos únicos en los bares de alterne… Por otro lado, su día a día la llenaba de aficiones estériles y otras muy propias de la ciudad donde vivía. Era un culturilla, como yo les llamo, un tipo que sabía de todo y nada a la vez: conceptos básicos fruto de haberse tragado uno a uno los documentales de la 2. Nada del otro mundo…

Todavía me acuerdo de aquella noche. Aquella de cervezas en la barra de las noches amargas. Las de penas contadas y codos clavados. Culo plano del tiempo pasado llorando su vida con demasiada melancolía. Golpes en el peco ante el gentil camarero… Vida destrozada sin consuelo ni reflejo. Me acuerdo de como la relataba con la amargura propia de la cerveza. Fria también, helada va dejándote petrificado, sorbo a sorbo, instante a instante, gota a gota… Le conté hasta el duodécimo botellín. Llegó hasta aquel que no se termina de agotar por ser el resto prácticamente intragable. Miró al bolsillo, solo un par de euros… Para posteriormente despedirse con un titubeo que trascendía de lo tímido a lo arisco. Luego volvió. Allí. A esa casa de paredes carcelarias. De soledad y tristeza. Se metió en esa cama, con ese viejo colchón, de sabanas ásperas. Cerró los ojos, su vida pasaba ante sus ojos a golpes borrosos. Arcadas salvadas. Al final cerró los ojos, todo está oscuro… Entre lágrimas despidió la madrugada… mañana será otro solitario día en su vida.

Todavía recuerdo lo que me dijo: «chaval, no vivas en soledad; sorteala mejor…» Recuerdo la frialdad de sus ojos, su pesadumbre en la mirada. Y recuerdo como mire para adentro, y cómo me di cuenta de que no se puede vivir solo. Seremos animales sociales o veté tu a saber… pero lo que me queda claro es que cada uno, a nuestra manera; con mayor o menor fuerza, de una manera o de otra… Lo que quieras, pero se nos hace imprescindible contar con alguien… o con algunos… por más que a veces queramos ser bohemios y presumir de soledad. Mentira.

septiembre 12, 2010

Aire fresco

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 20:33

Alternativamente cambiante, de humor variable. Así ando. Intentando entender de donde vienen las brisas y a donde me llevan. Si me quiero dejar arrastrar, o prefiero navegar a contraviento. No lo sé.

Eso sí, hay algo que me queda claro. Este aire, me ha servido para despejarme. Me explico. Probablemente os allá ocurrido a todos. O por lo menos a todos los que viven en esta cálida ciudad (por decirlo de alguna manera). Pero, ¿quién no ha deseado cuando baja por la avenida de la constitución con la solana dándote en el cuello una leve brisa que no sea el calor de los aires acondicionados? Seguro que muchos lo habéis deseado alguna vez.

En la vida ocurre igual. Hay momentos en tu vida en los que te llegas a sentir realmente agobiado, en los que los sudores te empapan siendo el mismo sol el que calienta. Cuando, aunque busques la sombra, la sombra se mueve y te deja de nuevo al descubierto. Achicharrándote el cuello y mellando tu paciencia. Haciendo de un paseo placentero una terrible pesadilla. Esa que te busca incansablemente y no sé porqué hace que todo sea fruto del mismo circulo vicioso.

En esos momentos deseas que aparezca en tu vida una corriente diferente. Que cambie el viento a componente noroeste y te traiga un frescor nuevo. Pues miren, no sé cómo, ni sé porqué, pero es en ese momento cuando empiezas a olvidar el paseíto por la solana. Es cuando descubres un nuevo camino, un nuevo paseo que se te hace, al menos, más agradable.

Y ahora me marcho. ¡A ver cómo andan los vientos cuando vuelva!

septiembre 9, 2010

Como dirían aquellos: eso es así.

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 01:07

Un día leí: “Aprendí que los amores pueden terminar en una noche, que grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos, que desconocidos pueden volverse mejores amigos, que nunca terminamos de conocer a una persona de verdad, que el «nunca más» nunca se cumple y que él «para siempre» siempre termina, que con fe todo se puede. El que quiere lo puede, lo logra y lo consigue, el que arriesga no pierde nada, y que perdiendo también se gana”. Y luego leí: “¿Pero que es fácil? Nada que valga la pena…” Y en ese momento me inspire y no a la vez. Me quedé atontado, pensando, asimilando la razón que llevaba sin nada que añadir.

septiembre 2, 2010

Eliminado

Filed under: Uncategorized — Chupito! @ 12:00

Pasadas las 7 de la tarde me llamó. “¿Puedes venir?”, me preguntó. De aquella conversación tampoco trascendió nada más. Me puse unos vaqueros, una camiseta; y sin apenas mirarme en el espejo salí en su búsqueda. Se encontraba en el puerto de aquel pueblo. Era un pueblo poco habitado, de gentes humildes… No se crean que el puerto era uno de esos de yates lujosos, lamborghinis por las calles frente a boutiques exclusivas… Para nada. En el puerto compartían espacio pequeñas barcazas pesqueras con algún esporádico velero de corta eslora. La mayoría de las embarcaciones se encontraban fondeadas pues el puerto apenas contaba con un par de dársenas. Frente a esta zona había un pequeño local en el que se mezclaba un bar con una tienda de repuestos pequeros. Por otro lado el espigón no era demasiado grande; no era necesario: la naturaleza había creado una pequeña cala perfectamente resguardada de mareas y temporales.

Ella se encontraba sentada sobre el noray (esas piezas afirmadas en tierra para hacer firmes las amarras de los barcos)… Su imagen era pintoresca, desde lejos la composición era preciosa. Imagínate: una silueta femenina sentada en un punto que desde mi perspectiva dejaba a su derecha el espigón, a su izquierda aquel tosco acantilado y al fondo el eterno mar. No obstante, conforme me acercaba la pena impregnaba el ambiente. Estaba sentada de tal manera que parecía estar encorvada, su cabeza dirigía los ojos hacia el mar… el pelo alborotaba en la dirección del viento, hacia el horizonte. Estaba atardeciendo, el ambiente era cálido, el cielo se tornaba con matices rojizos que no escondían, sin embargo, las gotas que resbalaban por su nariz. Con cuidado para no asustarle le puse la mano sobre su hombro. Me miró; su mirada era un hibrido entre vergüenza y necesidad:

  • ¿Qué ocurre?
  • Nada.
  • ¡Lloras!
  • Si, ¿y qué?
  • No te entiendo, se te veía tan feliz después de tanto tiempo…
  • ¡Fingía!
  • ¿Y cuando reías?
  • Mentía
  • ¿Y cuando querías?
  • Nunca deje de querer… Besé y no olvidé sus besos… Acaricie buscando sus manos… Me enrede en pelos ajenos… Abracé mi vacío, mi mentira.
  • ¿Y el cambio? ¿No decías que ya no eras la misma?
  • Tonterías… Yo no quiero ser esa…
  • ¿Entonces?
  • Elimínalo
  • ¡¿Cómo?!
  • Sí, necesito borrarlo… necesito presumir de haberlo afrontado.
  • Pero eso también es mentira…
  • Lo sé, pero como ya sé que nunca podré olvidarle, como ya sé que nunca me besaran como antes, como ya sé que nadie se entregara como él… prefiero fingir… Suprimir el pasado para así creer que no lo he vivido, que no lo necesito… Necesito eliminarlo porque no quiero verle sonreír, porque no quiero que sea feliz sino es conmigo… Necesito enterrar el pasado para ver si florece el futuro, aunque me mienta de por vida, aunque siga ciega y nunca encuentre la piedra que le hizo tropezar…
  • Pero…
  • ¡Nada de peros! ¡Estoy harta! ¡Ya basta de llorar! ¡Solo eliminándolo conseguiré ser feliz!

Algo así me dijo… Entre gemidos, lamentaciones y suspiros echó las que creía iban a ser sus últimas lágrimas… Erró. De nuevo.

Con el tiempo, cuando las lágrimas inundaban su vida… Cuando la marcha atrás se hacía imposible, entonces cayó: el pasado no está para olvidarlo, ni para esconderlo, ni para tirarlo a la basura. El pasado está para hacer el presente. Para crecer, para aprender. El pasado es el camino andado con el que llegamos al hoy; con el que decidimos el futuro.

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